Community Manager: el último eslabón

Community Manager

El community manager es como un sparring, un profesional que siempre está ahí pero, en la mayoría de las ocasiones, no llama la atención. Es un experto que solo se deja ver a través de su marca.

El concepto sparring, que lo acuñó el boxeo para designar a la persona que ayuda a entrenar al boxeador, realmente se usa como una suerte de recibidor de golpes, una especie de maniquí móvil preparado para recibir embestidas a diestro y siniestro. Y si bien, la realidad es que el sparring sí puede y debe ofrecer sus mejores sacudidas a la persona a la que ayuda a entrenarse, lo cierto es que el entrenador no suele permitir que lleve la iniciativa y funda a puños a su oponente, que es quien debe dar la cara en el combate.

El community manager es quien da la cara en las redes sociales que, en este caso, es también el sparring. Es decir, le toca recibir por todas partes:

  • De los propietarios de la marca
  • De los clientes
  • De los profesionales del sector

Pero para contrarrestar todo esto hay una característica en común con el sparring que es indiscutible. La resistencia. Se trata de la capacidad que debe tener todo community manager para saber afrontar cada una de estas situaciones. Una fuerte unión de las siguientes facultades:

  1. Debe ser frío: pensar con templanza, respirar hondo antes de llevar a cabo ninguna acción. No se trata de no ser arriesgado o creativo, sino de saber muy bien a qué se enfrenta en cada una de las acciones que lleve a cabo. No dejarse llevar por tendencias o noticias de última hora, ser estratégico.
  2. Ha de saber manejar complicadas afrentas: en ocasiones se encuentra con clientes muy enfadados, con trols dispuestos a todo, con la masa dejándose llevar por bromas pesadas, quejas, con empleados indignados…
  3. Ha de conocer a la empresa en profundidad: entre sus responsabilidades se encuentra la de conocer bien cada departamento y dejarse conocer por cada uno de los trabajadores y responsables de los mismos. Por él debe pasar todo tipo de informaciones: tanto la que se puede publicar, como la información off the record. Esto le dará una visión más amplia y mayor capacidad para responder y saber gestionar todas las situaciones posibles.
  4. Tiene que entender los mecanismos de las plataformas: cada red social tiene su libro de instrucciones. Condiciones, funcionamiento, posibilidades, la pata legal, recursos necesarios… Esto otorgará un conocimiento de las herramientas que le hará fuerte frente a cualquier exigencia, venga de la parte que venga.
  5. Sabe que no es el protagonista, sino el último eslabón de la cadena de mandos: no es un mero transmisor de informaciones, pero tampoco es un individuo actuando por su cuenta. El community manager se pone la camiseta de la marca y cada acción que realiza representa a esa marca. A veces, sus obligaciones no casarán directamente con su forma de pensar o su criterio para llevar a cabo ciertas acciones, pero ha de saber adaptarse al entramado de la marca, su estrategia global.
  6. A pesar del punto anterior, tiene que ser activo, dinámico, creativo, proponer nuevas fronteras, tener estilo propio, imprimir valor.

El community manager es el último eslabón de la cadena, pero es justo el eslabón que mantiene unida a la marca con su público. ¿Es por ello menos importante? No, solo es una parte más de un proceso, y ocupa un lugar imporante: el último eslabón.


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